Whiplash es de esas pequeñas cintas que se cuelan entre las grandes por méritos propios.
No hay un gran reparto, ni es una biografía o algo épico de algún famoso y galardonado director.
Es una historia sencilla, pero que va al grano. Un ejercicio de tensión e interpretación preciso y que si desmigas, descubres que hay mucho detrás de esta historia.
Una película que habla del sudor y sangre de forma literal. Literal porque en todo momento hay algo de esto.
Pero es que nos habla del esfuerzo, de luchar por lo que más deseamos y dejarnos las fuerzas por lograr aquella pasión que nos hace felices.
Pero no es la típica peli de superación o todo por un sueño. Es más madura y real. Nos hace pensar donde está el limite entre dedicación u obsesión. Si realmente merece la pena luchar con tanto impetú e ir sacrificando cosas, o el socializar con gente por tu sueño.
Y lo bonito de todo esto es que no es un mensaje que se decante por un lado de la balanza. Nos pone el conflicto, y nos deja que nosotros saquemos nuestras conclusiones.
Por otro lado también habla de la enseñanza. De si es lícito y moral presionar hasta tal extremo a un alumno con dotes para sacar lo mejor de sí, o si en cambio es totalmente despreciable.
Estamos ante un personaje, un profesor, por el cual J.K.Simmons ha ganado el Oscar y totalmente merecido. Es brutal, desparrama rabia y garra y nos muestra a un personaje entre lo más cabrón y a la vez con una sensibilidad, que deja entrever en momentos.
Milles Teller, el batería, demuestra que es un joven que va a dar que hablar y nos enseña su capacidad interpretativa de un chaval al borde de la desesperación y la obsesión.
Una cinta con un montaje soberbio, una música maravillosa y con una tensión de las de nudo en la garganta.
La pequeña gran peli de los Oscar.
Obligatoria
Nota: 8/10
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